Es curioso, la luna pasa aquí igual que allá, lo mismo que el sol. Y con una leve sonrisa me siento en la silla frente a la ventana y doy caña al cigarrito de media tarde. Sol de media tarde, tú que calientas la palidez de mi cara mientras fumo despacio un día menos de vida. Cuando me rozas se me pone la piel de gallina y un escalofrío se refleja en la ventana.
Quiero heredar tu calor... o lo que un día quede de ti. Pero escucha, si algún día a usted le da por irse... recuérdeme y no se olvide de las tardes en las que sin palabras, nos contábamos todo.